PROGRAMA DEL PARTIDO COMUNISTA DE MÉXICO
PROGRAMA DEL PARTIDO COMUNISTA DE MÉXICO
El Partido Comunista de México renace el 20 de Noviembre de 2010. El PCdeM surge por la necesidad evidente que tiene la clase obrera de tener su propio Partido, independiente de otras clases, sobre todo independiente de su enemigo, la burguesía. En un momento histórico en que la clase obrera de todo el mundo se conmueve y se alza contra la pretensión de los monopolios de imponerle más sacrificios para su mantenimiento y reafirma su papel como sepulturero del capitalismo. En momentos en que el enfrentamiento en México ya ha infligido serios golpes a nuestra clase, queda evidenciado que se requiere de un Estado Mayor competente, flexible y audaz para la lucha que libra el proletariado y que ninguna fuerza ha llenado ese vacío hasta este momento. El PCdeM surge como un destacamento dispuesto a conquistar ese papel como vanguardia del proletariado.
Nuestro Partido porta como garantía para cumplir con su papel, como su más valioso tesoro, la experiencia de más de siglo y medio de lucha de la clase obrera contra sus amos capitalistas en todo el planeta. Contamos con la experiencia de generaciones de revolucionarios que han luchado de todas las formas y bajo todas las condiciones contra el poder de la burguesía. Esta experiencia se encuentra organizada y sintetizada en nuestra herramienta para interpretar y transformar el mundo, nuestra teoría, el Marxismo-Leninismo. Y también las experiencias de construcción del socialismo iniciadas en la Unión Soviética con la Revolución de Octubre de 1917. Todos nuestros militantes se preparan en el estudio del socialismo científico para poder servir a nuestra clase.
Este Partido está formado por trabajadores y con trabajadores busca engrosar sus filas. Nuestro Partido sostiene firmemente que nadie liberará a la clase obrera salvo los obreros mismos. Por eso busca organizar y nutrirse preferentemente de jóvenes obreros, trabajadoras y trabajadores, busca a los más firmes, elevados y dispuestos entre nuestra clase. También se nutre y fortalece de entre todas las masas del pueblo oprimido, con quienes busca estar profundamente vinculado para no perder su rumbo emancipador.
El PCdeM reivindica como parte de su historia y de su tradición a la lucha de la clase obrera en nuestro país y la lucha de nuestro pueblo contra sus opresores. En su herencia se encuentra la lucha contra el colonialismo español, las luchas insurgentes por alcanzar la independencia, la lucha en contra de los conservadores y por la separación entre la iglesia y el Estado, la resistencia a las intervenciones norteamericana y francesa, las huelgas contra la dictadura porfirista, la lucha de los ejércitos campesinos y populares por la conquista de los derechos sociales y democráticos, la acción de la Sección Mexicana de la Internacional Comunista, la herencia de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Vicente Guerrero, Ricardo Flores Magón, Emiliano Zapata y Francisco Villa, la herencia de Arturo Gámiz, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas. De toda esta herencia, con sus experiencias positivas y negativas, extraemos lecciones para las luchas presentes y futuras, para los avances y retrocesos que habremos de enfrentar hasta el día de la victoria.
En este documento damos a conocer a nuestra clase y a nuestro pueblo el programa del PCdeM, recordando que los comunistas no tenemos nada que ocultar, que declaramos a la luz del día que nuestro objetivo es el derrocamiento del orden burgués y que este derrocamiento sólo puede ser logrado mediante la violencia revolucionaria de las masas contra sus explotadores y opresores.
I ESTRATEGIA
El pueblo trabajador que sufre a diario la opresión capitalista jamás podrá conocer la libertad dentro de los márgenes impuestos por el capitalismo, será necesario que el proletariado se alce como clase dominante al lado de los campesinos, y de todas las clases y sectores oprimidos para someter a la burguesía y comenzar el largo camino de la construcción del comunismo. No habrá tregua ni etapas intermedias, sólo a través de la Revolución Socialista podrán destruirse las bases materiales de la explotación y sólo a través de la toma del poder por parte de la clase trabajadora, se podrán edificar los nuevos pilares del socialismo, etapa intermedia entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista, en donde el proletariado organizado como clase dominante, guiará al resto de la sociedad para poder barrer las trabas históricas que hasta ahora han obstaculizado la organización social comunista.
El capitalismo
El capitalismo es un modo de producción que tiene como principal motor la de obtención de ganancias por un puñado de propietarios de los medios de producción, bajo esa lógica han subordinado a la sociedad entera y persiste subordinando a todo lo que se encuentra a su paso, incluyendo las fuerzas y recursos de la naturaleza. A través del trabajo asalariado, la obtención de plusvalía producto de la explotación, la burguesía crece y se alimenta reproduciéndose a sí misma y reproduciendo las condiciones sociales que le permiten extender su dominación.
La expresión fundamental del capitalismo es la explotación del trabajo asalariado, y su contradicción fundamental se da entre el capital y el trabajo, entre la burguesía y el proletariado. Esto se genera a partir del encuentro de una clase social dueña de los medios de producción, la burguesía, y de otra, el proletariado, quien no tiene otro elemento para sobrevivir sino la venta cotidiana de su fuerza de trabajo. El capitalista se apropia de la capacidad productiva de los trabajadores, los coloca a su servicio en el proceso de producción absorbiendo sus fuerzas, sus capacidades manuales e intelectuales, los desgasta en los mejores años de su vida y después los desecha. La riqueza que la burguesía ostenta y las ganancias que maneja provienen de la plusvalía, misma que obtiene a través de retener para sí el trabajo excedente producido por la clase obrera; Marx demostró científicamente el hecho de la explotación del trabajo asalariado y la burguesía nunca ha podido rebatir su demostración. Demostró que los medios de producción y las mercancías que los capitalistas poseen son incapaces de generar valor por sí mismas, que sólo a través del proceso de trabajo se crea nuevo valor, y que ese nuevo valor se lo apropia la burguesía sin justificación alguna, tratando de aparentar que sus ganancias provienen de su pericia en el mercado.
El derecho burgués ayuda a ocultar este hecho, pues se aparenta que se da un contrato parejo de compraventa entre personas jurídicamente iguales, en donde el capitalista compra al obrero su fuerza de trabajo por un tiempo determinado y se lo paga en forma de salario, pero ese derecho burgués ignora que dicho contrato es engañoso porque no le permite al trabajador gozar ni individual ni colectivamente del fruto de su trabajo, recibiendo únicamente a cambio los medios indispensables para conservar su fuerza de trabajo. Así pues, el capitalismo se reproduce a sí mismo, mientras la burguesía se apropia de las ganancias y acumula más y más capital, mientras se enriquece incesantemente, los trabajadores llegan al final de su vida con lo mismo con lo que llegaron a este mundo, con nada, condenando a sus hijos a vivir su misma suerte, a vender su fuerza de trabajo como único medio de supervivencia.
El orden capitalista no tiene escrúpulo alguno, no se detiene en lo más mínimo por alguna consideración de orden humanista, por el contrario, ha sometido a la inmensa mayoría de la humanidad, ha condenado a millones de seres humanos al hambre, la miseria, la opresión, el abandono y ha hecho de nuestra especie un instrumento para satisfacer sus intereses. Al reproducirse y extenderse está generando las mismas condiciones que habrán de ponerle fin, ha desatado una serie de contradicciones que simplemente lo hacen inviable para mantenerse sobre la tierra como hasta ahora, entre otras cosas, ha desgastado a tal punto los elementos indispensables de nuestro planeta que hacen más posible su destrucción antes que la posibilidad de mantenerse creciendo imparablemente.
Justicia, libertad, igualdad, fraternidad y respeto entre los seres humanos es algo que le ha resultado históricamente ajeno y opuesto, jamás podrá haber justicia dentro de un orden social en el que la mayoría está sometida a la voluntad de una oprobiosa minoría, jamás podrá haber igualdad dentro de un orden social que depende de la desigualdad, puesto que sin ella la burguesía no podría encontrar a cientos de millones de personas dispuestas a vender su capacidad de trabajar al servicio de quienes no están dispuestos a dar a cambio más que sólo lo indispensable para seguirlos explotando, jamás en el capitalismo podremos tratarnos como hermanos cuando por condición inherente al mismo, se reproduce la explotación y la rapiña, nunca en un orden social que promueve la hostilidad entre los hombres y que incluso desata y potencia fenómenos como el racismo, la discriminación y la confrontación a todos los niveles; no puede haber respeto ahí donde no existe igualdad ni justicia, donde los más son tratados con despotismo por los menos.
El capitalismo se ha desarrollado, explotando generación tras generación al proletariado, devorando cada empresa a sus rivales, saqueando sin restricciones donde pudo, y así ha llegado al punto en el cual la competencia entre pequeñas empresas ha cedido ante la conformación de gigantescos monopolios que dominan el mercado. A partir de la formación de este capital monopolista podemos ver cómo las relaciones de producción capitalistas mutan; a este cambio lo conocemos bajo el nombre de imperialismo.
En el imperialismo, el capital pasa de exportar mercancías a exportar principalmente capital, es decir en exportar dinero para adquirir y subyugar la mano de obra, los recursos, la base productiva de otros países y de otros mercados. Los grandes bancos amasan mayores sumas de dinero y se fusionan con las industrias formando los poderosos grupos financieros, quienes pasan a dominar no solo el mercado sino también todo el poder político de los Estados burgueses. Con el Estado en sus manos llevan adelante una política de agresión contra los pueblos y los trabajadores de todo el mundo. Estos monopolios conforman entre sí asociaciones internacionales para salvaguardar sus intereses.
Esta es la base del poder en el Estado capitalista, mismo que funciona como el instrumento de dominación por excelencia de la burguesía; en él se haya organizada ésta como clase dominante, a través de sus leyes lleva su ideología, sus valores y su concepción del mundo a ser de carácter obligatorio para toda la sociedad, apoyándose en la burocracia política regula las relaciones entre capitalistas e impone a las demás clases sociales, por la fuerza, su voluntad, valiéndose de los aparatos represivos como lo son el ejército y la policía. Esto se da de forma velada, pues el Estado se presenta ideológicamente como el representante de los intereses del bien común, como el garante del bienestar general, como imparcial en el conflicto entre las clases sociales; sin embargo los hechos demuestran que el carácter fundamental del Estado es ser el aparato organizativo de la clase dominante mediante el cual impone su voluntad violentamente a las demás, las leyes dicen ser imparciales pero no castigan la explotación, por el contrario la regulan y protegen, los burócratas políticos se encargan de desarrollar iniciativas encaminadas a favorecer la reproducción del capital, a la vez que promueven el mito de que con la democracia representativa es el pueblo quien gobierna, ocultando el hecho de que sólo lo hace una minoría. El aparato represivo por su parte, cumple el papel de garantizar por la fuerza la protección de los intereses capitalistas y aparecen con mayor protagonismo cuando los explotados organizados deciden luchar y retar a las instituciones y la normatividad estatal.
Por esto la lucha contra el Estado burgués debe darse hasta las últimas consecuencias, habrá de ser destruido por los trabajadores y reemplazado por un Estado de nuevo tipo, el de la dictadura revolucionaria del proletariado, en donde ahora el puesto de mando sobre la producción se encuentre en sus manos, donde la democracia funcione efectivamente favoreciendo a las mayorías y donde esas mayorías sean quienes decidan cuándo, cómo y contra quien habrá de utilizarse la fuerza.
El capitalismo en México
México es un país que fue inserto en la economía mundial a través de una conquista violenta que convirtió a los pobladores originarios de esta tierra en instrumentos al servicio de la acumulación de mercancías en Europa. Desde las épocas en que los españoles se apoderaron de nuestro territorio han subordinado nuestra capacidad productiva a la ambición de los grandes mercaderes europeos. Esto nos ha costado la pérdida dramática de nuestros bosques, selvas y montañas, muchas de ellas destruidas para la plantación de monocultivos y otras tantas para la extracción desenfrenada de minerales. La economía mexicana cuyas bases pueden rastrearse desde la época novohispana fue diseñada para el saqueo, las actividades productivas a las que se les ha dado prioridad son aquellas encaminadas a enriquecer a la burguesía extranjera, minería, monocultivos, industrias incompletas y subordinadas, así como el comercio exterior. Todo esto en detrimento de los pueblos originarios que fueron despojados de sus tierras y condenados a morir o someterse, todo en detrimento de nuestro territorio, todo cargado sobre la espalda de quienes con su trabajo hicieron posible la producción de tanta riqueza.
Las mismas fuerzas de las que hablamos permitieron el desarrollo del capitalismo en Europa, y ese desarrollo capitalista siempre mantuvo a nuestros compatriotas sometidos a su lógica. El desarrollo de las fuerzas productivas a nivel mundial tuvieron finalmente eco en nuestro país en donde a lo largo del tiempo se ha venido consolidando de forma cada vez más clara el capitalismo.
Nada de esto hubiera sido posible sin la anuencia y participación de un sector de mexicanos privilegiados que a costa de vender lo que hay en su patria se han enriquecido, a la vez que dirigen esta política de explotación y saqueo. La patria, su suelo y sus habitantes siempre les han tenido sin cuidado, sólo los han visto como instrumentos de su propio poder y riqueza.
En el México actual lo que impera es el capitalismo, y quienes dirigen nuestros destinos son un puñado de burgueses nacionales y extranjeros cuya principal fuente de riqueza es la explotación del trabajo asalariado. Los dueños de este país son los principales dueños de la industria y de los organismos financieros y comerciales; en contraparte, quienes producen la riqueza son en su mayoría despojados, hombres y mujeres que no tienen otra cosa para sobrevivir más que la posibilidad de vender su fuerza de trabajo. Al lado de ellos se encuentran miles de campesinos, artesanos, pueblos originarios y pequeños propietarios cuya vida se les va intentando resistir a las fuerzas del capital, y cuyo trabajo se encuentra subsumido a la voluntad de las mismas, muchos de ellos son lanzados diariamente de forma violenta a engrosar las filas del proletariado dentro y fuera del territorio nacional. Todos ellos tienen en común el sometimiento, la discriminación, la explotación, el vivir para servir a los dueños del capital o morir en el intento de evitarlo.
El capitalismo mexicano se encuentra inserto en el capitalismo mundial cuya principal tendencia es hacia la centralización y concentración del mismo, el capitalismo en su fase monopolista, madura, y a su vez decadente, el imperialismo. El papel que México juega en la división internacional del trabajo es derivado de esto mismo, el desarrollo de las fuerzas productivas y su relativo atraso se explican precisamente por su inserción en el capitalismo mundial; no se trata de una falla local o de la incapacidad de los capitalistas nacionales. Lo que aquí sucede es que dichos capitalistas nacionales no tienen compromiso alguno con su patria ni con el pueblo de México, su compromiso es antes que nada para con el capital, a él le sirven, a él se entregan y a él nos entregan a todos nosotros. Ese puñado de mexicanos privilegiados en donde figuran algunos de los magnates más ricos del mundo, nunca han estado interesados en algo distinto, por el contrario, se encuentran plenamente complacidos con el orden capitalista vigente y su lealtad está definida. Son ellos quienes han diseñado y gestionado el Estado mexicano, en sus manos están los tres poderes de la unión, en sus manos los organismos de procuración de justicia, por ello siempre salen favorecidos, en sus manos está el aparato represivo que siempre golpea al proletario, al campesino, al indígena, al rebelde, al subversivo, al revolucionario y siempre protege al explotador.
Esta clase capitalista es la que dirige la vida política, ellos controlan a toda la burocracia estatal que actualmente gestiona el Estado mexicano, ellos controlan el sistema electoral y a los partidos que concursan dentro del mismo, es simple y sencillamente un Estado burgués, diseñado y auspiciado por la burguesía, pensado esencialmente para cubrir y proteger sus intereses y su voluntad.
El pueblo mexicano, sin embargo, ha luchado históricamente en contra de la tiranía y de la explotación, ha conseguido conquistas trascendentales, pero nunca ha conseguido cambiar el carácter del Estado ni de la sociedad capitalista, por lo que nuestras victorias sólo han tenido un efecto temporal y pasajero, pues siempre que la burguesía encuentra condiciones para ello las revierte y más aún, sigue escalando posiciones y abatiendo cada logro de la clase obrera, de los campesinos, los trabajadores y los pueblos originarios.
Los elementos fundamentales de la formación capitalista en México pueden ser caracterizados con los siguientes puntos:
- La fusión del capital bancario e industrial, la transferencia al exterior de una cantidad cada vez más grande de capital, el grado de concentración y centralización de la producción, el tamaño del mercado, la completa subordinación de la economía rural a la economía plenamente capitalista, las evidentes muestras de descomposición del mercado como es el colosal ejército industrial de reserva.
- La inexistencia de una burguesía nacionalista interesada y capaz de desarrollar un mercado interno blindado de las tendencias de la economía capitalista mundial.
- La burguesía que domina directamente en México es resultado de la fusión entre capitales foráneos y asentados en el país.
- Tiene como particularidad el estar enmarcado dentro de acuerdos comerciales y productivos con la burguesía norteamericana, teniendo como resultado la arrolladora predominancia de las relaciones comerciales con los Estados Unidos. Expresión de esto han sido los tratados comerciales que se han hecho con Estados Unidos, en donde se garantiza el hecho de que la economía mexicana sirva a los intereses geopolíticos del Estado norteamericano. En dichos acuerdos, se preserva el interés de la burguesía imperialista en su conjunto, se trata de la repartición del mercado entre los principales grupos monopólicos de ambos países, en detrimento de los pueblos.
- La polarización de las clases sociales y la agudización de las contradicciones entre la burguesía y el proletariado. Cada vez más los campesinos, artesanos, pequeños propietarios y comuneros se ven arrastrados irremediablemente a la centralidad de la contradicción entre capital y trabajo.
- El carácter eminentemente clasista del Estado mexicano al servicio de la burguesía, en donde está comprendido el aparato represivo de Estado y la burocracia que ocupa los principales puestos administrativos del mismo.
Lineamientos estratégicos:
Nuestro objetivo principal es tomar el control de los grandes medios de producción. Quitárselos a los capitalistas para dar libre cauce a las fuerzas productivas que los monopolios arruinan para su mantenimiento. Controlar estos medios permitirá que se encauce su uso a la construcción de una nueva sociedad, la sociedad comunista, en donde se dará a cada quien según sus necesidades y se tomará de cada quien según sus posibilidades. La sociedad comunista empieza a construirse a partir de su etapa inmadura, el socialismo, dentro de la cual se irán demoliendo los resquicios que dentro de ella hereda la sociedad capitalista, fundamentalmente las relaciones de mercado y el derecho burgués, además de todos los hábitos sociales que reproducen la cultura de la dominación y obstaculizan la igualdad entre seres humanos, en este proceso, la sociedad organizada bajo la dirección proletaria comenzará a redescubrir la libertad, podrá reencontrarse con el trabajo creativo y aprenderá a vivir armónicamente para a la postre poder garantizar condiciones aptas para el comunismo.
Habremos de expropiar los medios fundamentales de producción para:
- Asegurar empleo a todos los obreros, combatiendo simultáneamente la prolongación de la jornada de trabajo, la precariedad laboral y la informalidad en el trabajo, fenómenos que tienden a minar aceleradamente la calidad de vida de los trabajadores.
- Asegurar el abasto necesario de productos destinados a mejorar las condiciones de vida del pueblo. Al mismo tiempo será imperativo acercar en condiciones equitativas los bienes de la cultura y la civilización a toda la sociedad mexicana; buscando con ello el pleno desarrollo de las capacidades humanas, mismas que habrán de reflejarse en las artes, el deporte, la ciencia y la convivencia.
- Desarrollarlos donde no lo permite el estrecho y ridículo marco que le han impuesto los acuerdos imperialistas, desarrollar no de acuerdo a la repartición del mercado mundial sino de acuerdo a las grandes posibilidades de nuestro país.
- Aplicar en la producción todos los adelantos que permitan la ciencia y la técnica, esta vez no será en función de la acumulación capitalista sino del aprovechamiento del conocimiento desarrollado por la humanidad para beneficiarla.
- Lograr un uso racional de los recursos, una relación armónica entre la naturaleza y la sociedad.
Expropiar y socializar los medios fundamentales de producción, donde se encuentra casi la totalidad de los sectores estratégicos y bastante más de la mitad de la producción de nuestro país, es sentar firmemente las bases para una economía socialista. La producción capitalista orientada a la acumulación y reproducción de capital será sustituida por la planificación obrera centralizada, esto es, democratizar el proceso productivo y poner en manos de los generadores de la riqueza social la dirección y administración de la misma.
En cuanto a la tierra, como una de las conquistas más avanzadas de la Revolución de 1910-1917, la nación mexicana obtuvo la propiedad de las tierras y aguas en el territorio nacional y el dominio directo de las riquezas del subsuelo, de las aguas marítimas e interiores y del espacio aéreo que cubre el territorio nacional. No reconociendo la propiedad privada de la tierra más que como una concesión de la nación a los particulares, misma que puede ser revocada por causas de interés público. El capital monopólico, asociado a la agroindustria, la especulación de los precios con el cambio de uso de suelo. La minería, entre otros rubros, busca incrementar por todos los medios su posesión de territorios para la obtención de materias primas, y obtener para sí el beneficio de la renta del suelo. Para ello, han construido una serie de instrumentos legales e ilegales para despojar al campesinado pobre y con formas de organización colectiva del control de la tierra y los territorios que están bajo su resguardo.
El capital asociado a estos intereses, sólo está dispuesto a respetar la pequeña propiedad cuando es plenamente privada, pues ello le garantiza la posibilidad de obtener de ella beneficios de forma directa o indirecta, ya sea a través de la formación de nuevos latifundios, que se forman a través de la compra de parcelas a los campesinos endeudados o arruinados, o bien, a través de instrumentos de renta y crédito que les permiten obtener casi los mismos beneficios sin necesidad de comprar dichos terrenos.
La propiedad comunal de la tierra y de territorios, han llegado hasta nuestros días como una forma social que ha resistido las presiones de los grupos dominantes a lo largo de la historia, desde el colonialismo español, hasta el capitalismo en su fase imperialista.
El capitalismo subsumió estas formas, pues a pesar de que no son idóneas para promover el mercado y el resto de las relaciones capitalistas, la fuerza del capital no se ve realmente amenazada por ellas y ha podido hacerlas funcionales a su causa. Lo mismo ha ocurrido en lo que respecta a la organización política de comunidades y ejidos, quienes han sido penetrados tanto por estructuras de poder heredadas de la colonia, como lo es la iglesia católica, así como también por los partidos políticos capitalistas, quienes a pesar de batallar en algunos casos, suelen conducir la vida política de las comunidades.
El mercado, que ya no puede ser nacional pues en la fase del imperialismo se encuentra totalmente ligado al mercado mundial, arruina constantemente a quienes trabajaban la tierra de manera rudimentaria o con escasa tecnología, al no ofrecerles posibilidad de colocar sus productos en los grandes centros comerciales del mundo, al mantener fuera de su alcance la tecnología y la maquinaria, al concentrar las posibilidades que brinda la riqueza social en la ciudad.
Es por esto que la producción de las comunidades rurales e indígenas no puede competir ni penetrar en los mercados de productos agropecuarios, mientras que simultáneamente crece su dependencia para con las mercancías provenientes de la producción capitalista. Esta combinación los mantiene en un permanente déficit de cambio, a la vez que la preservación del territorio apenas y puede aminorar estos efectos, pues en los últimos años, su desgaste ha ido incrementando, por lo que en este momento ya no puede garantizar a todos los miembros de las comunidades la subsistencia a partir de su uso colectivo y racionado.
Con el proceso de maduración del capitalismo que alcanza su fase imperialista, el campo quedó en ruinas, atrasado con respecto a la industria y quienes ahí laboran están objetivamente atados a los mismos procesos que el proletariado. La tierra comunal quedó bajo el más primitivo atraso y está hoy sujeta a feroces campañas de despojo por parte del capital que sólo pueden crecer a condición de acaparar y controlar todas las materias primas que en ella se contienen, y que incluso se ve en la necesidad de acaparar aquellas en las que simplemente “sospecha” que puedan existir. Es por ello que al entrar en competencia por el control de las materias primas y demás recursos del suelo, las empresas capitalistas cometen auténticos actos de exterminio contra los pueblos originarios y los campesinos pobres. La tierra ejidal como era de esperarse en el capitalismo, ha llegado a fomentar intereses individuales o de pequeños grupos, y ha degenerado, en muchos casos, en propiedad privada, que a su vez ha pasado de manos de los campesinos a los grandes acaparadores y a los monopolios del campo. La mayoría de los habitantes rurales viven bajo condiciones de pobreza y con múltiples carencias, y en su descomposición encontramos principalmente al proletariado agrícola, los pequeños productores prácticamente arruinados y a los pueblos originarios con múltiples problemáticas.
Por ello consideramos necesario, en primera instancia, restituir e impulsar lo más avanzado de las conquistas agrarias, es decir, proponemos una verdadera reforma agraria para que la tierra tenga un carácter social, permitiendo su usufructo colectivo; para expropiar a los grandes monopolios de la tierra, a las grandes compañías ganaderas, agrícolas y agroindustriales, estos medios pasarán a ser socializados y puestos bajo control del proletariado agrícola. Respetar las formas ejidal y comunal será una tarea del nuevo Estado, restituyendo la tierra en los casos de despojo y dotando de tierra a todos aquellos campesinos que la soliciten para trabajarla. Se impulsará la socialización de la propiedad de la tierra, en el caso de la tierra ejidal o comunal, se promoverán los ejidos colectivos más que los parcelizados. Los pueblos y comunidades indígenas decidirán las formas organizativas que les permitan el mejor aprovechamiento de la tierra productiva. Lo que proponemos es su paulatina organización para la producción, consideramos que hay una gran tradición histórica y una cultura de concebir a la tierra no como propiedad sino como usufructo.
Los diversos regímenes de uso de la tierra en el socialismo son divisiones del trabajo más que formas de propiedad. La producción en la tierra socializada será planificada. El Estado obrero asegurará una salida a los frutos del trabajo agrícola, así mismo se encargará de que los productos de la ciudad fluyan al campo. El Estado movilizará maquinaria al campo y aplicará los últimos avances a la producción agrícola, buscando con ello crear un nuevo campo. Hará todos los esfuerzos necesarios para desaparecer la contradicción que existe entre la ciudad y el campo, todos los bienes de la riqueza social deben encontrarse en el campo, inclusive deben existir ciertas ventajas y comodidades que impulsen a los mexicanos bajo el socialismo a ocuparse del trabajo rural.
1.-El enemigo principal de la clase obrera de nuestro país; de nuestra clase en toda América latina, y del conjunto de las clases trabajadoras de nuestro pueblo, sostén principal del capitalismo en México, es la burguesía imperialista. Quebrar la resistencia que oponen los grupos oligárquicos, representa desfondar al capitalismo y al Estado burgués en nuestro país. Además, la ruptura con el capitalismo, que pasa por destruir su poder en México es de gran importancia estratégica a nivel mundial, pues es dañar seriamente la cadena imperialista de la todavía principal potencia capitalista mundial, Estados Unidos, y mejoraría la correlación de fuerzas internacional para nuestra clase.
Por tal motivo, es nuestro deber concentrar contra ellos la fuerza de choque de todos los trabajadores. Contra ellos corresponde el golpe principal, contra ellos enfilaremos la actividad de nuestro partido.
La burguesía se encuentra organizada como clase dominante a través del Estado, mismo que le permite someter y controlar al pueblo subyugado y garantizar las condiciones de reproducción capitalista; esto a través de su aparato represivo y burocracia política. El Estado burgués habrá de ser derrocado y habrá de desarticularse su aparato represivo y sistema político para ser sustituido por un Estado de nuevo tipo que:
- Eleve al proletariado como clase dominante, aliado con todas las clases explotadas y oprimidas por el capital.
- Practique la democracia para el conjunto del pueblo y ejerza la dictadura contra la resistencia burguesa.
- Sustituya a los actuales aparatos de represión, el ejército y la policía, por guardias obreras y populares que defiendan y eleven las conquistas revolucionarias.
- Sustituya a la actual burocracia política por órganos de poder popular y control obrero. Es decir que el conjunto del pueblo, desde la base habrá de organizar y dirigir la política del nuevo Estado. Donde el servicio público deja de ser un privilegio orientado al enriquecimiento personal para pasar a ser una forma más de trabajo en función del bienestar popular.
- Donde el Partido asuma plenamente su papel dirigente de la sociedad en su carácter de destacamento de vanguardia del proletariado.
- El Estado de nuevo tipo, proletario y socialista, está destinado a extinguirse conforme se vayan eliminando las bases materiales de la explotación y las contradicciones existentes en la sociedad; esto con base en un nuevo tipo de cultura, de educación y de convivencia entre las personas y los distintos grupos sociales. Ente los hombres y las mujeres, la ciudad y el campo, los pueblos indígenas y mestizos, etc.
2.- El principal sujeto revolucionario en México, quien puede quebrar la resistencia del capital hoy, sigue siendo la clase obrera. Esto en virtud de la posición que ocupa en la producción. Es la única productora de plusvalía de la cual depende por entero el capital para su existencia. La clase obrera se halla concentrada justamente en donde los monopolios concentran su capital, quienes tienen bajo su control a una cuarta parte de todos los trabajadores, esto facilitará la organización del golpe en su contra. La clase obrera es quien sufre de manera más directa el capitalismo al ser objeto de la explotación, está por ello objetivamente más dispuesta a llevar la superación del capitalismo hasta el fin.
A pesar de que el imperialismo exacerba las contradicciones poniendo en su contra a capas más amplias que la clase obrera, ésta es la que de manera más determinante puede cumplir a cabalidad el papel de sepulturero del capitalismo. Esto no es una mera frase, en la experiencia de décadas de lucha revolucionaria de nuestro país se ha visto cómo aún enfrentado a muerte con muchos sectores de la población, el poder del capital se sostiene, toda vez que mantiene la extracción de plusvalía en sus manos y el control sobre el proceso de la producción.
Precisamente por todo lo anterior es que el PCdeM identifica como principal sujeto revolucionario a la clase obrera, luchará por unificarla y movilizarla contra su enemigo principal, por asegurar la alianza e influencia de la misma en el conjunto del proletariado y actuando articuladamente con el resto de las clases y sectores explotados y oprimidos por el capital.
3.- Sin internacionalismo proletario no habrá comunismo. Somos concientes de que el poder imperialista al que nos enfrentamos es mundial, por lo que aún conquistando el poder en México, no podríamos dar por derrotado a nuestro enemigo fundamental, es por ello imperativo elevar al máximo nivel la lucha internacionalista, al lado del proletariado de todos los países y actuando organizadamente con todas las fuerzas revolucionarias y comunistas del mundo. Es necesario trazar una estrategia de lucha mundial contra el capitalismo y por tanto indispensable la construcción de la internacional comunista, encargada de coordinar la lucha en todos los rincones del planeta por la emancipación de los trabajadores y de la humanidad.
Así mismo, entendemos que un sinnúmero de procesos históricos y culturales nos enlazan de forma peculiar con los pueblos latinoamericanos, por lo que resulta fundamental el coordinar acciones con las fuerzas comunistas y revolucionarias del continente entero, para conjuntar esfuerzos de combate hacia las fuerzas del imperialismo en general, y en particular contra la presencia militar e influencia política de los aparatos asesinos del gobierno de los Estados Unidos.
De la misma manera, hacemos una condena a todos los tratados económicos, políticos y militares imperialistas. Reconocemos que la única postura coherente con los intereses de nuestra clase es la ruptura unilateral con aquellos. No luchamos por mejorar la posición de nuestra burguesía ni por renegociar dichos tratados, sino que luchamos por derrocar al poder burgués sobre la base de una sociedad socialista para tender lazos de solidaridad e intercambio con otros pueblos.
II TÁCTICA
A pesar de que nuestro análisis nos muestra que nos encontramos en la etapa histórica de la fase final del capitalismo, de su quiebre y transición al socialismo, eso no se traduce automáticamente en el hecho político de que el orden burgués ya haya sido superado. Como podemos ver, el fin del capitalismo no se da de manera mecánica. Es necesario el concurso de ciertas condiciones objetivas y subjetivas para desatar una ofensiva con perspectivas de triunfo para la clase obrera y el pueblo. Para acercarnos a esa posibilidad debemos, al elaborar nuestra política, tomar en consideración no sólo el papel que juega cada clase durante esta etapa histórica sino la dinámica que ha tenido el desarrollo de este papel, la dinámica de la lucha de clases en el periodo en curso. Así mismo, resulta fundamental trazar algunas líneas generales de intervención del Partido en su lucha por organizar a los trabajadores y conducirlos a la victoria.
En este sentido es muy importante comprender algunos rasgos contemporáneos de la expresión concreta de las contradicciones capitalistas en México.
A.- El desarrollo del capitalismo exacerbó y continúa exacerbando las contradicciones.
El grado de concentración y centralización; y el consiguiente cese de la libre concurrencia, que da vida a los monopolios les permite extraer una plusvalía extraordinaria. Esta última además de la explotación directa a los proletarios conlleva una explotación indirecta al resto de las capas trabajadoras y capas medias. Todas las medidas que se introducen para aumentar y asegurar la realización de las ganancias de los monopolios; desde la introducción del crédito hasta el control estatal por los grupos financieros, no hacen más que exacerbar y evidenciar las insalvables contradicciones que existen en el seno de la sociedad capitalista y preparar el terreno para grandes crisis.
En México cada avance en este sentido ha traído consigo, inevitablemente, la confrontación entre el capital y las capas trabajadoras del pueblo. Así mismo se ha exacerbado la contradicción entre el capital y los pequeños propietarios conduciendo a muchos de ellos a la ruina.
Al llegar a los años ochenta y noventa del siglo XX, el capital mexicano ya se había fortalecido al punto de formar sus propios monopolios. La propiedad conjunta de la burguesía y la propiedad estatal ya no le convenía, había llegado la hora de festinar una gran acumulación original a costa del conjunto del pueblo de México, su inversión a largo plazo le rendiría frutos. Cientos de empresas estatales, levantadas sobre el esfuerzo del conjunto de la sociedad mexicana vía los impuestos o la movilización directa, fueron entregadas a los grupos capitalistas. Los bancos igualmente fueron entregados para cumplir su papel en la formación de los grupos financieros, sacrificando a cada paso los ingresos de los obreros y las capas trabajadoras.
La burguesía no requería ya de pactos con los campesinos o los trabajadores, no requería de ninguna clase de protección frente a un poder imperialista pues ella misma era ya imperialista, ansiosa por negociar su tajada del mercado internacional, ansiosa por exportar capital y vigorizar su flujo. La burguesía hizo trizas sus promesas constitucionales y pasó a destruir el campo con la reforma al artículo 27, a lanzar una guerra de exterminio contra los pueblos originarios, a desconocer una a una las conquistas obreras, a sepultar la jornada laboral de 8 horas, etc.
Para continuar con su acumulación, pasó a la mercantilización del agua, la salud, la seguridad social, la educación y otros bienes necesarios para la existencia humana y cuyo acceso anteriormente era reconocido como una conquista del movimiento obrero y popular.
Se han presentado una serie de factores macroeconómicos y geopolíticos que han motivado al gran capital imperialista a mantener una guerra permanente contra cualquier conquista de la clase trabajadora, lo cual ha conllevado el hecho de que se han desmantelado la mayoría de las conquistas laborales que fueron resultado de las revoluciones del siglo XX, así como de la fuerza del movimiento obrero en sus años de mayor vigor; o refiere tanto a los derechos económicos como políticos, pues se ha limitado el derecho de huelga y de organización sindical independiente, y se han criminalizado los sindicatos.
A pesar de que tras el triunfo de MORENA el año pasado, se han renovado algunos mecanismos de negociación entre el sindicalismo y el Estado, esto no lleva la tendencia a revertir el orden de cosas mencionado en el párrafo anterior, sino apenas de administrar el conflicto de clases para afianzar el control burgués sobre los trabajadores.
El capitalismo en México además lleva años alimentando una tendencia al crecimiento de sectores ilegales de la actividad económica, lo cual ha representado para el pueblo mexicano en general una verdadera tragedia, pues si de por sí el desarrollo del capitalismo trae consigo la pobreza, la explotación y la descomposición social, las formas de capitalismo asociadas al contrabando de drogas, combustible, personas y otras tantas variedades, ha traído el fortalecimiento de los vicios sociales más peligrosos.
Esta situación ha significado que en el país se hayan multiplicado drásticamente los homicidios, las desapariciones, la trata de personas, los feminicidios, la corrupción, entre otras problemáticas, y que cada vez más, tanto el capital como la fuerza de trabajo se hayan acondicionado a este tipo de actividades.
Por si fuera poco, la cantidad tan abrumadora de hechos violentos asociados al crimen organizado, ha traído consigo una especie de normalización social de dichos hechos, y ha facilitado al Estado mexicano el usar a estos grupos de sicarios como brazo auxiliar del aparato represivo jurídicamente reconocido. Esto ha obligado a un sinnúmero de poblaciones a tomar la defensa de su vida en sus propias manos, pues en estos momentos, el tipo de capitalismo que se está desarrollando en México no puede ni siquiera garantizar la vida, ni los derechos humanos, ni las garantías mínimas que presume el derecho burgués.
2.- Caracterización política
El Estado mexicano, tras la lucha armada de la segunda década del siglo XX se vio en la necesidad de reorganizarse, y lo hizo de la mano de una fuerza política agrupada como partido, el Partido Revolucionario Institucional, (PRI), antes Partido Nacional Revolucionario (PNR) y Partido de la Revolución Mexicana (PRM). Su principal labor fue la de reorganizar el capitalismo en México, admitiendo que para ello era necesario lograr una relativa estabilidad política, por lo cual consideraron pertinente conciliar el conflicto de clases. Sobre todo a partir del sexenio cardenista, el Estado mexicano decidió hacer efectivas algunas de las reivindicaciones de lucha del pueblo mexicano, permitiendo a la clase obrera organizar sindicatos y llevando a cabo la reforma agraria entre los campesinos.
Esta política se halló condicionada a la corporativización de las organizaciones de trabajadores y campesinos al sistema político, agrupando a la mayoría de los sindicatos en la Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Regional Obrera de México, la Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos y otras organizaciones gremiales afiliadas al Partido de Estado, mientras a los campesinos se les agrupó en la Confederación Nacional Campesina también afiliada al PRI; al mismo tiempo, al ejército mexicano se le reorganizó incorporando tanto a militares provenientes del ejército porfirista como a otros provenientes de los ejércitos populares que lucharon durante la Revolución, logrando una sólida unidad entre el gobierno y el ejército que ha durado hasta nuestros días, pues a diferencia de otros países, el ejército mexicano no exhibe, cuando menos de manera pública, fracturas o fracciones, y no se han suscitado de manera significativa expresiones de rechazo organizado de militares a la política oficial.
Esta reorganización estatal se dio amparada ideológicamente bajo la llamada “ideología de la Revolución Mexicana”, la cual supone que el régimen estaba agrupado y comprometido con los ideales de quienes pelearon en ella, a los cuales se les había hecho justicia desde el poder. Aunque es cierto que en aquellos años, México se destacaba por encima del resto de los países de América Latina por la aplicación de algunos derechos sociales como la sindicalización y el reparto agrario, esta política de Estado arrebató a los trabajadores y campesinos de nuestro país, la independencia de clase, pues desde entonces sus organizaciones se hallaban comprometidas con el proyecto capitalista a cambio de algunas concesiones; es decir, se otorgaron algunas concesiones económicas a cambio de la independencia política.
Durante la época de surgimiento y auge de dicho régimen, muchos partidos y organizaciones de izquierda debatieron sobre la pertinencia de apoyar las “reformas progresistas” promovidas por el gobierno, o bien mantener una férrea oposición al régimen burgués y promover la independencia política de la clase trabajadora y de los campesinos. El miedo al fascismo, a la derecha, a la iglesia, al dominio directo extranjero, a los sectores más reaccionarios del poder, y la lectura equivocada de la realidad que muchos de ellos hicieron, los llevó a la conclusión de que debían apoyar, aunque no fuera incondicionalmente, al Estado mexicano en lo referente a su política social.
Esta situación le permitió al Estado mexicano ubicar con mayor precisión a aquellas fuerzas políticas de izquierda más radicales, quienes no dejaron de pelear por el sindicalismo clasista, el reparto agrario efectivo y justo, o bien por la Revolución Socialista. De esta forma fueron reprimidos, encarcelados y asesinados, por el régimen un sinnúmero de luchadores sociales y revolucionarios contando muchas veces con el silencio o cuando más la discreta protesta de la izquierda vacilante. En ese contexto fue asesinado Rubén Jaramillo, José Guadalupe Rodríguez entre muchos otros, y fueron encarcelados los dirigentes comunistas del sindicato ferrocarrilero, sólo por mencionar algunos casos.
En las décadas de los sesenta y setenta sin embargo algunos conflictos sociales escalaron en importancia y a la luz de ellos se desarrollaron formas más radicales de lucha revolucionaria, entre quienes destacaron personajes como Arturo Gámiz, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, quienes abandonando la idea del supuesto carácter progresista del gobierno de la Revolución Mexicana, estuvieron dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias la convicción de que sólo la Revolución Socialista podría ser el camino hacia la emancipación de los explotados del país. Estos sucesos y la fuerza del movimiento estudiantil en el 68 y de la llamada “insurgencia obrera” en los setenta, fueron síntomas claros de que el régimen político priísta estaba agotando su capacidad de amortiguar el conflicto de clases.
A partir de 1977 el Estado mexicano realiza una serie de reformas que tendían a modificar su sistema político, era claro que el PRI no podía seguir gobernando de la misma forma y que no podía hacerlo solo, era necesario abrir espacios para que personajes y fuerzas políticas con relativo reconocimiento público participaran de los procesos electorales y de la misma administración del Estado. Esto llevó a algunas fuerzas políticas que se reivindicaban a sí mismas como de izquierda, socialistas, comunistas, etc. a asumir que su función sería aprovechar estas reformas para participar de la política electoral, lo cual tuvo entre otras consecuencias la liquidación del Partido Comunista Mexicano. En 1988 un grupo de priístas encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo que condujeron un movimiento político que proponía retomar la política de “la Revolución Mexicana” abandonada por el PRI en los años recientes como política de Estado, así pues, impulsaron la formación del Frente Democrático Nacional el cual se vio reforzado por una cantidad importante de cuadros formados en el Partido Comunista Mexicano, PCM, y el Partido Mexicano de los Trabajadores, PMT, y en un sinnúmero de organizaciones populares y de izquierda que consideraron que por el momento la tarea más importante era realizar la “Revolución Democrática” y ya no luchar por el socialismo. El asunto se torna relevante porque muchos argumentaron la decisión de formar el Frente Democrático Nacional FDN y más tarde el Partido de la Revolución Democrática, PRD, como una cuestión táctica, es decir, de palabra seguirían defendiendo la lucha por el socialismo pero sin obstaculizar la tan mentada transición democrática. Una vez más, las organizaciones populares y de izquierda perdían su independencia de clase, después de veintidós años. No cabe duda de que sea cual fuera su intención inicial, quienes abandonaron las organizaciones comunistas y socialistas para incorporarse al PRD abandonaron también la lucha por el socialismo, convirtiéndose en nuevos burócratas al servicio del Estado mexicano y de la burguesía.
A pesar de que en 1988 se cometió un escandaloso fraude electoral que le robara al FDN la victoria en los comicios e impusiera una vez más al candidato del PRI, Carlos Salinas de Gortari en la presidencia, a partir de entonces se ha venido reconfigurando el aparato estatal, sobre todo en cuanto a la organización política de la burocracia de Estado, la cual anteriormente se organizaba política e ideológicamente en un solo partido, y ahora lo hace en un grupo de partidos que comparten la administración del aparato estatal. Actualmente ésta burocracia se reparte los espacios de poder y administración, alternándose los puestos a la vez que sus personajes se mudan constantemente de un partido a otro. Es cierto que existen contradicciones y riñas entre ellos, pero también es cierto que ninguno de ellos exhibe diferencias significativas para con el orden social y económico existente y que se encuentran al servicio de la burguesía. Así como antes el PRI era por excelencia, el partido de la burguesía, y dentro de él habían grupos y personajes que se ubicaban más hacia la derecha o hacia la izquierda, según el caso, el cual tenía interlocución con la mayoría de los actores y fuerzas políticas actuantes en el país (cámaras empresariales, ejército, iglesias, intelectuales, artistas, sindicatos, organizaciones independientes, etc.), ahora esta función es cumplida por él mismo, pero en conjunción con los otros partidos que sobre todo cubren los huecos de interlocución y de atracción ideológica que no puede cubrir solo.
Desde el año 2000 cuando Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ganó las elecciones para jefe de gobierno del entonces Distrito Federal, comenzó a generarse en torno de él un movimiento dirigido por un sector de la burguesía preocupado por los altos riesgos y bajos resultados de la aplicación de las políticas neoliberales tal cual se estaban haciendo; dicho movimiento logró entusiasmar a amplias capas de la población mexicana entre quienes también se encuentran trabajadores, campesinos, estudiantes y pequeños propietarios. Esto le permitió levantar una campaña grande en 2005-2006, donde logró obtener la mayor parte de los votos en los comicios celebrados en julio de 2006, sin embargo, instrumentos importantes del Estado mexicano, así como el ala conservadora y la más ortodoxa en el credo neoliberal, operó para realizar un fraude electoral que le impidiera asumir la presidencia.
Tanto en su campaña presidencial del 2006 como en la del 2012, López Obrador fue respaldado por el PRD, Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC), pero después de las elecciones del 2012, en donde los órganos del Estado nombraron vencedor a Enrique Peña Nieto del PRI, AMLO decidió romper con el PRD y formar su propio partido con el nombre de Movimiento de Regeneración Nacional, (MORENA). La propuesta programática y política no difiere sustantivamente de la del PRD, e incluso de la del PRI de los años setenta del siglo pasado, pero AMLO consideró necesario disponer de manera clara de su propio partido para evitarse negociaciones innecesarias con burócratas del PRD sumamente deslegitimados y desgastados.
Esto le permitió a MORENA perfilarse como favorito en las elecciones del 2018, lo cual se combinó con otros factores internacionales y propios del desgaste y desesperación de una parte de la burguesía en México, y de amplios sectores de la sociedad mexicana, para finalmente lograr su victoria electoral reconocida legalmente el pasado 1 de julio del 2018.
Esta situación nos propone nuevos retos, pues por ahora, el entusiasmo que ha despertado MORENA y AMLO, hacen que el Estado mexicano goce por el momento de una legitimidad que había sido inusual desde hacía varias décadas. Fuerzas otrora combativas ahora se mantienen expectantes y esperanzadas a que las reformas impulsadas por el lopezobradorismo resuelvan sus inquietudes y necesidades. Son numerosas las organizaciones y fuerzas que se consideraban de izquierda y hasta revolucionarias, que ahora confían abierta y plenamente en la “democracia mexicana” y llaman a tomar el escenario legal-electoral como el principal terreno de la lucha de clases.
Otra dificultad es el hecho de que tanto a nivel internacional como nacional, algunas fuerzas y organizaciones que se prestaban a hacer eco de nuestras demandas y aceptaban cobijarnos, ahora dudan en hacerlo pues temen restar legitimidad al gobierno de AMLO y que esto se traduzca en un ulterior fortalecimiento de la derecha.
No hay razones de peso para suponer que habrá una transformación siquiera superficial del Estado mexicano o de las relaciones capitalistas en México, sin embargo, su legitimidad transitoria nos obliga a actuar con mayor certeza y precisión, para evitar que fuerzas reaccionarias y conservadoras se valgan de nuestra actividad para avanzar en sus propios fines, pero también para evitar que el Estado mexicano a través del gobierno morenista, logre desarticular la resistencia social y aislar la lucha comunista.
Por tanto, lo fundamental sigue siendo, como siempre, el papel que cubre actualmente el Estado mexicano: asegurar las condiciones de reproducción de capital comprometiéndose directamente con los grupos empresariales que hoy obtienen jugosas ganancias en el capitalismo vigente en México, es decir, ni más ni menos que la función histórica del Estado burgués. El Estado y su burocracia partidista que en su conjunto funge como el partido de la burguesía, regula las relaciones entre capitalistas y su correspondencia para con el resto de las clases, teniendo en el poder legislativo y en los medios masivos de comunicación los instrumentos para discutir y dirimir sus diferencias. Juntos tienen el pacto político de respetar ante todo la normatividad estatal y acatar como válidas las resoluciones emitidas por los mismos, evitando con ello fracturas en su clase. Con ello reproducen el supuesto ideológico burgués del Estado democrático representante de los intereses del conjunto del pueblo. Al mismo tiempo, y como consecuencia del dominio de los grupos monopólicos sobre la economía y política nacionales, concurren en la utilización de los aparatos represivos del Estado, policíacos y militares y cada vez con mayor presencia de grupos parapolicíacos y paramilitares, como el instrumento que garantiza por la fuerza, la reproducción del orden social existente. En los diferentes niveles de gobierno, en los diferentes poderes de la unión, e independientemente de la filiación partidista de los burócratas de Estado, se utiliza y legitima el uso de la fuerza pública para sofocar los brotes de rebelión surgidos de la inconformidad popular.
3.- Confrontación política en la lucha de clases
En el marco de sus pretensiones hegemónicas, el Estado mexicano y su burocracia partidista tratan de convencer a los grupos de rebeldes e inconformes surgidos de la lucha popular, de que aquel cuenta con los mecanismos suficientes para atender su inconformidad y que se hará justicia. En primera instancia promueven la confianza en el aparato de seguridad pública dependiente del poder ejecutivo, después al poder judicial a través de los tribunales y de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y en los casos más complicados, a instancias de negociación política que en ocasiones es operada por la Secretaría de Gobernación o las secretarías de gobierno estatales, e incluso a mesas de discusión en el poder legislativo. Si estas instancias resuelven que la inconformidad presentada no es válida, simplemente es rechazada y se conmina a los inconformes a acatar los fallos emitidos bajo la amenaza de que si no acatasen las resoluciones, el Estado ejercerá su “legítimo derecho” a utilizar la fuerza pública. Es en dichas instancias estatales en donde se mueven, discuten y se adaptan los partidos políticos mencionados anteriormente, y de manera conjunta, invitan a los ciudadanos a recurrir a ellas y obedecerlas.
Todo esto bajo el supuesto de que es el interés común el que es representado por el Estado, ocultando su carácter de clase. Continuamente las organizaciones y movimientos populares, de trabajadores, campesinos, estudiantes y pueblos indígenas son desgastados inútilmente recurriendo a dichas instancias para, al final, descubrir que el Estado nunca les concederá razón. Ésta sólo es concedida cuando, por una decisión política, la burocracia estatal y la clase dominante consideran que al hacerlo no están perdiendo sus facultades esenciales y que además pueden dotarse de legitimidad, reproduciendo la falsa idea de que el Estado nos representa a todos por igual. De cualquier forma el resultado tiende cada vez más a ser negativo y las inconformidades son denegadas, incluso cuando haya razón legal.
De esta forma son numerosos los casos en que los luchadores son perseguidos, encarcelados o incluso, asesinados. Por su condición de clase, el Estado burgués mexicano considera a los trabajadores organizados sus enemigos, y como tales son tratados. Aún más, cuando los trabajadores y el pueblo en general se organizan con conciencia de clase, con perspectivas revolucionarias y son consecuentes con ello, enfrentan las formas más duras de la represión, aunque no siempre son aplicadas las medidas más extremas, el Estado nunca descarta su aplicación y mantiene sus aparatos de investigación activos, reuniendo información, infiltrando organizaciones, hostigando, desgastando y preparando las condiciones para abatirlos cuando lo consideren necesario.
El Estado mexicano, además de contar con sus aparatos represivos tradicionales como lo son la policía y el ejército, cuenta también con una serie de organizaciones aparentemente populares que les son leales y que les sirven como grupos de choque para desgastar y combatir los procesos de organización popular. A la vez, amparados en el protagonismo de las mafias de narcotraficantes, se han reproducido los grupos de sicarios y de guardias armadas privadas que son utilizadas, cada vez más para amedrentar y violentar a las organizaciones populares consecuentes y a las organizaciones revolucionarias.
En sus recientes acomodos, la burguesía ha topado desde el principio con una feroz resistencia del pueblo de México contra sus planes. Contra su política de despojo se ha levantado un gran movimiento entre los pueblos indígenas, donde destacan los pueblos mayas con el EZLN. Contra su política de destrucción y ocupación por los monopolios del campo, los campesinos han resistido y elevado variadas formas de lucha; es el caso, por ejemplo, de la lucha de Atenco contra el aeropuerto, de la comunidad purépecha de Cherán contra las mafias de sicarios y contra los gobiernos coludidos con dichas mafias, de la resistencia a la Parota o de múltiples grupos de autodefensa los cuales a pesar de su carácter contradictorio y pluriclasista, dieron muestra de algunas capacidades latentes del pueblo mexicano. Cada paso de cierta importancia en el proceso de entrega a los monopolios de la propiedad anteriormente estatal ha ido acompañada de un movimiento de masas en su contra; ahí encontramos la huelga estudiantil de la UNAM, el movimiento en contra de la privatización de la industria eléctrica, etc.
La experiencia de lucha acumulada y la exacerbación de las contradicciones han llevado a importantes capas del pueblo a radicalizarse y elevar el nivel de su lucha, llegando incluso a tomar la ofensiva y presentarse brotes insurreccionales en algunas partes del país.
Ha habido momentos en que la movilización popular ha parecido tomar la ofensiva y ha gozado de particular energía, como fue el caso de la lucha que se levantó a nivel nacional para exigir la aparición con vida de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa Guerrero y que contó con gran seguimiento y simpatía tanto a nivel nacional como internacional. Sin embargo es importante reconocer que aunque el movimiento popular ha tomado la ofensiva en ocasiones, hasta ahora el Estado ha tenido la capacidad de contenerla, recomponerse y pasar a la contraofensiva. No cabe duda de que existen innumerables sectores decididos a luchar hasta las últimas consecuencias dentro del pueblo, su voluntad ha sido manifiesta en repetidas ocasiones, sin embargo el desarrollo organizativo del movimiento popular ha sido insuficiente para cristalizar en avances concretos su capacidad de lucha.
Por otra parte, el movimiento obrero se encuentra aún hegemonizado por la burocracia política del Estado a través de las organizaciones corporativas que le son leales y por las corrientes oportunistas que lejos de elevar el nivel de conciencia de la clase y contribuir a su superación, lo mantienen limitado y atado a frívolas conquistas economicistas, conduciéndolo cada vez más hacia su derrota política en contra de las ofensivas de reestructuración capitalista que buscan eliminarlo por completo. Dicha situación encuentra su explicación estructural en el hecho de que el capitalismo en su fase imperialista ha desarrollado la capacidad de subsumir e incorporar las iniciativas populares para conducirlas a través de instrumentos del Estado y del capital.
4.- Principios tácticos de intervención del PCM en la lucha de clases
Resulta indispensable que el Partido intervenga en el movimiento obrero y en los procesos de lucha popular para:
- Generar conciencia de clase entre el proletariado, elevar sus aspiraciones, organizarlo y conducirlo hacia la lucha definitiva por la conquista del poder.
- Promover la organización de la clase obrera, efectiva, con independencia ideológica y combatividad. El partido procurará crecer dentro del sector de trabajadores sindicalizados o con posibilidad de sindicalizarse, y para ello es necesario que los cuadros que intervengan en estas luchas sepan diagnosticar adecuadamente las condiciones de inserción en este frente. De manera general se sugiere la siguiente orientación: donde no haya sindicato, formarlo, donde ya haya sindicato, tratar de que sea más democrático y combativo. La influencia sobre los trabajadores ha de ganarse con un trabajo serio, sistemático y eficiente, que los convenza de lo certero de nuestra propuesta organizativa y los acerque por tanto a nuestra posición ideológica. Para ello se ha de privilegiar el trabajo de base, y se han de rechazar métodos como la colaboración pactada con cúpulas corruptas.
- Insertarse en la lucha popular a todos los niveles, fomentando la organización independiente y la construcción de instrumentos de poder popular.
- Apoyar los procesos organizativos, con independencia política, de colonos, pequeños comerciantes, estudiantes, pueblos indígenas y campesinos que tiendan a elevar el nivel de confrontación con la burguesía y la unidad con el proletariado.
- Combatir a las corrientes oportunistas y reformistas que se encuentran insertas en el movimiento obrero y popular, mismas que limitan las aspiraciones revolucionarias del pueblo y, queriéndolo o no, logran dar a la burguesía y al Estado nuevos mecanismos de interlocución y control social.
- Promover la formación de Frentes de lucha anticapitalista entre las diversas organizaciones políticas y sociales que de forma independiente estén resistiendo a los embates cotidianos del capitalismo.
- Difundir las ideas del marxismo leninismo en todos los espacios posibles, buscando que éstas se encuentren fundamentalmente al alcance de todos los explotados y oprimidos del país; así mismo difundirá revistas, periódicos y materiales audiovisuales que permitan a nuestro pueblo conocer el desarrollo de la lucha revolucionaria en otras partes del mundo.
- Promover el internacionalismo proletario y la lucha antiimperialista a nivel mundial.
5.- Política de alianzas
Frente Único
Para avanzar en la organización de la clase obrera el Partido se orientará por la táctica del Frente único desde la base.
Luchará por conquistar políticamente a la base obrera independientemente del sindicato en el cual milite. Fomentará su identificación como clase, abordando todos sus problemas cotidianos desde una perspectiva clasista que ligue esos problemas y reivindicaciones con la necesidad de derrotar a su enemigo y la construcción del socialismo, esto se materializará en la propaganda, agitación e intervención directa de las luchas de la clase obrera.
Durante estas intervenciones el Partido se basará en su análisis marxista de la realidad para dar orientaciones claras al movimiento. Lanzando la consigna de avance y ofensiva en cada oportunidad que esto sea posible y a su vez llamando enérgicamente al repliegue cuando se trate de preservar al proletariado de los golpes de un enemigo más fuerte, reconociendo así mismo los errores cuando estos se cometan. Con derrotas y victorias, la experiencia demostrará a nuestra clase la justeza de la orientación dada por el partido.
El Partido mantendrá abierto en todo momento el frente ideológico, especialmente en los momentos de tensión y movilización espontánea de nuestra clase. En lo inmediato debe atacar la legalidad burguesa, instrumento de nuestro enemigo que busca paralizar constantemente al movimiento obrero y que lo ha logrado en bastantes ocasiones. También debemos defender ideológicamente la existencia misma del sindicalismo, al mismo tiempo que presionaremos por su orientación clasista.
En el actual periodo histórico, la clase obrera se ha vuelto a colocar en el centro de la lucha de clases a escala mundial. Debemos difundir información amplia y clara sobre la lucha internacional de nuestra clase entre los trabajadores mexicanos. El Partido luchará porque el internacionalismo proletario adquiera cada vez formas más elevadas, entendiendo que esto rebasa la cuestión de la solidaridad y que se trata del interés global de nuestra clase.
El partido realizará regularmente campañas para reclutar a jóvenes obreros, mujeres trabajadoras y a los líderes naturales del proletariado, a sus elementos más decididos y claros. Estas campañas priorizarán sus esfuerzos en los principales puntos de concentración obrera y de capital industrial del país, o bien donde las experiencias recientes de lucha, hayan propiciado un desarrollo político favorable a la formación de cuadros para la Revolución. Cuando esto sea posible buscará que la propia base destaque candidatos a miembros del partido.
Ahí donde el Partido cuente con suficiente fuerza podrá formar tendencias sindicales. Tanto en esos casos como donde aún no se haya logrado esa fortaleza, el partido buscará formar acuerdos de acción entre la base de varios centros de producción, de varias ramas y varias regiones. A la materialización de estos acuerdos es a lo que identificamos como la construcción del Frente Único.
Frente Anticapitalista
En nuestra intervención en las luchas populares nos vamos a encontrar con muchos sectores, capas y clases con las cuales no es posible lograr en un primer momento un acuerdo sobre la cuestión de la dictadura del proletariado y la construcción socialista.
Tomando en cuenta esto y la dinámica de la lucha de clases arriba expuesta, para avanzar con la perspectiva de una contraofensiva popular, ruptura con el sistema capitalista y conquista del poder por la clase obrera, planteamos la táctica del Frente Anticapitalista.
En nuestras intervenciones procuraremos lograr una identidad basada en nuestra oposición común con respecto al enemigo principal. En la medida que también orientemos a las luchas populares con consignas adecuadas a su desarrollo, el Partido conquistará un prestigio entre las otras fuerzas populares.
En todas estas luchas debemos buscar aislar a los representantes de los enemigos del pueblo que comúnmente medran en el movimiento. Afortunadamente contamos con cientos de ejemplos con los cuales agitar, ejemplos de cómo estas fuerzas oportunistas arrastran al movimiento a su liquidación y derrota.
Conforme se logre claridad con respecto al enemigo y a su instrumento estatal, irá madurando la cuestión del poder. Para avanzar a ello, procuraremos unir cada reivindicación del movimiento con un aspecto de la economía y el poder popular.
El mismo movimiento irá adoptando formas organizativas. El Partido no busca inventar o crear estas formas, busca encontrar su potencial, busca impulsar su desarrollo y elevarlas a su máxima expresión.
El Partido buscará el concurso de la clase obrera, su participación en dichas formas incipientes de poder y economía popular. A la materialización de esto es a lo que identificamos como Frente Anticapitalista.
Ambos Frentes, el Frente Único y el Frente Anticapitalista, constituyen una línea de intervención táctica. No se trata por tanto de crear membretes o dictar estatutos sobre el aire, se trata de que mediante la intervención directa de los cuadros del Partido estos frentes sean transversales a las muchas formas que adopta la lucha de clases.
5.- Plataforma de lucha
Tomando en cuenta que el desarrollo de la lucha de clases para llegar a una situación insurreccional en donde el proletariado esté en posición de librar la batalla final por la conquista del poder, será necesario participar dentro de la lucha social para generar las condiciones subjetivas y organizativas suficientes para hacerlo, el PCdeM se orientará a partir de la siguiente plataforma de lucha.
Para la clase obrera:
- Por la conquista de todas las posibles mejorías en la condiciones de vida y trabajo de la clase obrera: condiciones de seguridad, aumento salarial, prestaciones, jubilación, acceso a la salud, capacitación, etc.
- Por la defensa de todas las conquistas laborales obtenidas hasta ahora: contratación colectiva para todos los trabajadores, jornada laboral máxima de ocho horas, libre sindicalización, bilateralidad en la negociación de las condiciones de trabajo, etc.
- Por la participación obrera en la administración de los fondos de pensiones de de toda la seguridad social.
- Por la organización democrática de la clase obrera, con conciencia e independencia de clase, tanto a nivel de sindicatos como a nivel de la colaboración, coordinación y unidad de todas las organizaciones obreras para la defensa de sus intereses de clase.
Para los campesinos
- Por el reparto de tierra a los campesinos que carezcan de ella, comenzando por aquellas que se encuentren en poder de caciques, terratenientes y empresas agroindustriales.
- Por el pleno respeto a las comunidades y pueblos originarios, promoviendo que alcancen la mayor cantidad de derechos posibles, favoreciendo las formas colectivas de tenencia de la tierra y de organización del trabajo, así como formas de poder popular y de combate a las fuerzas conservadoras que operan dentro de las mismas. Así mismo, se tratará de acercar las posiciones políticas de las comunidades y pueblos indígenas con las del proletariado.
- Por apoyar las condiciones de producción y distribución de la producción agropecuaria de tal suerte que los principales beneficiarios sean quienes con sus manos hacen producir el campo.
- Por apoyar en la medida en que los campesinos así lo demanden, a la mecanización del campo, a través de la adquisición y puesta en manos de los productores, de tractores, trilladoras, instrumentos electrónicos y todas aquellas máquinas y herramientas que faciliten su trabajo y eviten un desgaste desmedido de su capacidad física y de su salud.
- Por promover la prácticas agrícolas que favorezcan sus objetivos de producción y que a su vez tengan el menor impacto negativo posible sobre sus tierras, territorio y sobre la propia salud de los campesinos, siempre que sea posible, optar por prácticas agroecológicas que no causen daño a la tierra ni al ambiente.
- Por garantizar a las comunidades y poblaciones rurales el acceso a todos los servicios públicos que sean requeridos por ellos: luz, agua corriente, comunicaciones, etc.
- Por el respeto al derecho que las comunidades indígenas y ejidos tienen para la administración de los recursos que estén en su territorio. El Partido Comunista de México siempre apoyará a los campesinos en disputas por el control de recursos y territorio, en contra de cualquier empresa capitalista.
- Por evitar que las empresas agroindustriales o de cualquier tipo dañen el medio ambiente y los recursos naturales, o contaminen el aire, la tierra y el agua.
- Por la solución de todas las disputas por la tenencia de la tierra. En los casos en que los campesinos disputen en contra de caciques, terratenientes o empresas capitalistas, el PCdeM siempre apoyará a los campesinos. En los casos en que las disputas por la tenencia de la tierra sea entre iguales, es decir entre pueblos, el PCdeM promoverá el diálogo pacífico y que entre campesinos se encuentre una justa solución para todos.
- Por la promoción del trabajo colectivo y cooperativo en el campo.
Para el pueblo en general
- Promover el cumplimiento de todas las garantías individuales constitucionales, de prensa, de expresión, de reunión, de tránsito, de equidad entre hombres y mujeres, de no discriminación racial o étnica o por razones de creencia religiosa.
- Por el derecho al trabajo de todos, remunerado, a la contratación colectiva y con todos los derechos garantizados para los trabajadores.
- Por el derecho pleno a la vivienda.
- Por garantizar que los servicios públicos sean para todos y en condiciones equitativas, es decir porque todos reciban la misma cantidad y calidad en los servicios públicos como agua potable, drenaje, comunicaciones y electricidad.
- Promover la igualdad y el respeto entre hombres y mujeres, eliminando cualquier tipo de discriminación y condiciones inequitativas entre ambos. Esto a través de todos los mecanismos y formas que ayuden a dicho propósito.
- Promover la democratización y el manejo público de los medios masivos de comunicación.
Educación
- Por el respeto al carácter público, gratuito y laico en la educación a todos los niveles.
- Por que la educación se encuentre al alcance de todo el pueblo en condiciones equitativas.
- Por la construcción de más y mejores planteles educativos públicos a todos los niveles cuyos planes y programas de estudio deberán orientarse con base en las necesidades y expectativas del pueblo y no de acuerdo a los criterios del desarrollo capitalista.
- Por el desarrollo de la investigación científica orientada a resolver las problemáticas del pueblo.
- Por la aplicación de apoyos a los estudiantes pobres para que realicen sus estudios, sobre todo aquellos que favorezcan su organización independiente y la formación de la conciencia de clase proletaria. Esto es, exigir el financiamiento de casas del estudiante, comedores estudiantiles, espacios de estudio público, eliminación de tendencias elitistas dentro de la educación pública, y aplicación de subsidios al transporte, uniformes y útiles escolares.
Salud
- Un sistema estatal, universal, gratuito, integral e intercultural.
- Porque se intervengan las verdaderas causas de la enfermedad y las desigualdades sociales en salud: vivienda, saneamiento básico, educación, trabajo, etc.
- Por la implementación de estrategias de las necesidades reales basadas en análisis científicos (epidemiológicos y socioculturales).
Medio ambiente
La defensa del medio ambiente es fundamental por muchas razones, entre las cuales destaca la cuestión de que en él se encuentran un sinnúmero de factores que son condiciones materiales indispensables para la existencia de la humanidad. Además, tomando en cuenta que aspiramos a una sociedad comunista, entendemos que la preservación del mismo con todos los beneficios que esto conlleva, es una condición material que ha de favorecer con éxito el tránsito del socialismo al comunismo y su triunfo final; por el contrario, a mayor deterioro ambiental, se generan mayores complicaciones para lograr una producción común en un ambiente pacífico. Por ello asumimos los siguientes puntos:
- Por el apoyo a todas las comunidades que luchan por el uso y conservación de sus recursos naturales y medio donde habitan.
- Por una nueva concepción de relación hombre-naturaleza, donde no prevalezca la máxima producción a costa de lo que sea y sin importar a quien beneficie, sino por una producción dirigida a cubrir las necesidades de la población en general considerando los beneficios y limitaciones de la naturaleza.
- Manejo de los recursos a largo plazo, incorporando los avances en ciencia y tecnología, y al mismo tiempo recuperando el conocimiento tradicional acumulado, con la finalidad de obtener los beneficios que brindan los ecosistemas y que son indispensables para la vida y el desarrollo de la humanidad, dejando atrás la explotación y depredación desmedida, dando paso a una nueva relación con el medio.
- Por el respeto a la vida y a los ecosistemas que nos rodean.
Cultura y Deporte
- Por el acceso cada vez más amplio a las diversas expresiones culturales y artísticas. El PCdeM se encargará de crear, difundir y socializar una cultura y arte que promuevan la conciencia de clase revolucionaria entre el proletariado y todos los oprimidos, de tal forma conduzca hacia la organización de la Revolución Socialista.
- Por la promoción del arte y la cultura de tal forma que sea apreciable y accesible para la mayor parte de la población.
- Por la promoción de la cultura física y el deporte a todos los niveles, privilegiando su práctica cotidiana, disciplinaria y sana, comenzando por la niñez y la juventud.
- Por la elevación de la capacidad deportiva de los practicantes y la eliminación de los criterios mercantilistas en la gestión y administración del deporte.
Sabemos que las demandas y aspiraciones legítimas del pueblo nunca podrán alcanzarse dentro de los márgenes impuestos por el capitalismo, sin embargo, el Partido debe orientarlo a la comprensión de este hecho y para ello es indispensable que lo acompañe en la lucha por alcanzarlas, partiendo siempre de la idea de que cada lucha es “una escuela de guerra”, donde se van entrenando las masas, fogueando sus dirigentes, preparándose para las batallas decisivas, contribuyendo al eslabonamiento de las mismas y a elevar dichas aspiraciones; el Partido puede apoyar la conquista de aspiraciones inmediatas pero al mismo tiempo habrá de elevar el carácter de las mismas, para convertir la lucha social en lucha revolucionaria, a combatir el aislamiento y el oportunismo que hace ver al capitalismo como algo humanizable. De este modo el pueblo irá comprendiendo que dichas aspiraciones sólo podrán ser conquistadas y defendidas efectivamente cuando haya despojado a la burguesía del poder y lo haya tomado en sus propias manos, cuando el puesto de mando sobre la producción pase a manos de los trabajadores y cuando sean ellos quienes dirijan las políticas estatales.
El desarrollo del capitalismo en México ha agotado desde hace ya mucho tiempo su carácter progresivo, el papel que juega actualmente la burguesía es el de retardar y deformar el proceso civilizatorio, ha barrido con cuanto ha encontrado a su paso, depredando el medio ambiente, deformando los ecosistemas, agotando al extremo la fuerza de trabajo, dividiendo y confrontando a la sociedad, despojando campesinos y reprimiendo la diversidad cultural de nuestro pueblo. Nada bueno traerá en el futuro el capitalismo y no existen mecanismos viables para prolongar humana ni sustentablemente su existencia. En México se han agotado ya todos los recursos históricos para demostrar que el capitalismo no es humanizable y que la subsistencia pacífica entre las clases sociales es una farsa que sólo logra mantener a la burguesía en el poder, ayudándola a recomponerse y fortalecerse para seguir acabando con todo.
No habrá etapas intermedias, quien por miedo a la Revolución Socialista busque alternativas para mejorar nuestras condiciones de vida dentro del orden social existente, no hace sino dotar al Estado burgués de nuevos instrumentos de dominación ideológica y política, retrasar el curso de la historia y complicar nuestra capacidad victoriosa. Nuestra labor por tanto es ser la organización de vanguardia de la clase obrera y de todos los explotados, para trazar el camino hacia la emancipación de nuestro pueblo trabajador. Sólo en el socialismo podrán empezarse a enderezar las cosas, sólo en el socialismo podrán edificarse los pilares de la libertad la igualdad y la justicia entre los seres humanos. La Revolución Socialista no es un camino suave y delicado sino un proceso álgido y turbulento pero indispensable para abrirnos paso en la historia, para derrocar a la burguesía y terminar con la prehistoria oprobiosa de la humanidad y andar el camino de la construcción del comunismo en donde se empezará a escribir la historia de los hombres libres.
¡Por el derrocamiento del orden burgués!
¡Por la Revolución Socialista y una patria libre!
¡Por el internacionalismo proletario!
¡Por el futuro comunista!
¡Proletarios de todos los países…Uníos!
Partido Comunista de México
PCdeM